#94 Invisible hands

To hold the invisible one, use invisible hands

 

En el sueño estábamos juntos y éramos felices. Nos daba igual que vivieramos en aquel piso, en una habitación cedida por mis tíos, compartiendo el pasillo y sus puertas con todos mis primos. También nos daban igual las paredes blancas algo sucias, la carencia de cuadros, el sofá verde antiguo de mi abuela colocado en diagonal en el centro. Yo te decía «pero que sitio tan desastroso» y tu también sonreías y decías que era igual, porque volvíamos a estar juntos.

La felicidad no tiene explicación pero yo prefiero la verdad.

«Oye, te decía, ¿sabes que no recuerdo como hemos vuelto?» y tú decías que eso no era relevante. Una estupidez comparado con estar juntos, con volver a abrazarnos, y me abrazabas y de repente estabas desnuda -en el sueño- tumbada en el frío suelo de baldosas [racholas, en el original] marrones, y yo exploraba con mis labios tus secretos mientras con las manos iba ocupando tus pechos. De repente terminábamos, y yo trataba de recordar una y otra vez como conlcuyó nuestra guerra, como saltamos de nuestros escondites y decidimos borrar los rastros de metralla de los corazones. «No lo entiendo, pensaba, creo recordar algo de una exposición de cuadros -porque en el sueño tenía memoria de un pasado que debía ser otro sueño del sueño- y allá te encontraba y te decía algo sobre un cuadro surrealista negro, blanco y rojo de rayas verticales onduladas.» 

A ella eso no le importaba, me ordenaba con firmeza y alegría que me callara, que no era interesante pensar en lo que pasó. «¿Por qué? ¿Por qué no recuerdo como fue? ¿A lo mejor nos encontramos casualmente y dije algo inteligente? ¿O fue que me llamaste y volvías a amarme?» No recuerdo, no recuerdo, no recuerdo. 

Súbitamente los muebles de la habitación se multiplicaron, hubo jolgorio en el pasillo de primos que corrían a ver algo al comedor -el comedor no estaba en el sueño, era sólo una promesa en la terra incógnita- y yo volvía a estar desnudo con ella. «Realmente no importa» me susurraba sentándose sobre mí, cubriendo la realidad oscura con sus cabellos.

Con súbita claridad yo, a un centímetro de su beso; con suspiro de triste derrota ella:

«¿Es esto un sueño, verdad?» 

«Si, y ahora me tengo que ir…»

 

Despierto abrazado a la realidad de una almohada, una alarma, un lunes.

~ por Verzo en enero 13, 2009.

3 respuestas to “#94 Invisible hands”

  1. «racholas marrones» soy incapaz de imaginar las innombrables, múltiples e históricas atrocidades que deben haberte practicado la palabra azulejo y la lengua española, en su conjunto gramatical, para que atentes con tamaña vehemencia contra estas; de un modo tan insultante.

  2. Vivir en Barcelona y no prestar atención.

  3. Entiendo… A propósito –y sin ánimos de ser perifrástico- tal vez Morfeo te este conduciendo por sendas que no te conciernen.

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